Por un pelo (Libre~)

Todo estaba tranquilo en los pozos de barro, algunos cachorros juegan en las orillas de los barrizales, sin introducirse demasiado ya que algunas zonas son bastante profundas y parecidas a unas arenas movedizas. Nada parece ir mal y los pequeños se divierten hasta que uno divisa algo moviendose en una de las partes profundas del barro. El pequeño, curioso, llama a sus amigos y ambos se acercan a observar que ocurre... derrepente una zarpa agarra a uno de los pequeños del cuello aprisionándolo contra el suelo, éste sin embargo se safa rápidamente y corre asustado junto con sus amigos. Aún así otra zarpa sale del barro y afirmandose como puede en éste empieza a jalar de sí mismo. Aleiah sale jadeando del barro y bastante asustada, empieza a dar saltos como puede para salir de esa prisión que la tiene desesperada.

- Demonios... - Dice resignada.

El sol, como muchos otros días en primavera a mitad de la tarde, quemaba. Claro, no era hora para pasear por los matorralez y la hierba alta, mucho menos para ser un felino de talla grande y caminar cuando la propia mente pedía a gritos esa siesta de media tarde, pero la marcha era necesaria, muy necesaria. Necesitaba comida para él y su hermano.

Sabía que el pozo de barro siempre atraía a muchos animales, y que a su alrededor presas ilusas vagaban despreocupadas. Más sin embargo esa tarde, la huia prematura de un grupo de jovenes aun antes de ver su negruzco pelaje le hicieron dudar de los hechos, preguntandose que los haría correr. Buscó por el area su causa, encontrando el pozo vacío.

-Ésto no ocurre a menudo...-Se dijo en voz alta. El gran león oscuro bufó, su vista vagó por el barro y una figura llamó su atención. Se acercó con cuidado, olfateando aquella figura manchada del color opaco de aquella sustancia. Una leona!- ¿Como has llegado ahí?...-Le pregunta preocupado, antes de mirar alrededor, buscando. Desaparece unos segundos, para despues traer consigo un tronco seco, cuyo extremo puso al alcance de la joven felina.- Tomalo, te sacaré.-Le dice justo antes de tomar con sus fauces el otro extremo.

Aleiah gruñía entre desesperada y casi rindiéndose, llevaba tratatando de salir del pozo casi todo el día y sus fuerzas estaban por agotarse hasta que como si de un ángel se tratase, escucho una voz que le hablaba. Trató de ver con claridad, pero tenía todo el rostro cubierto de barro y le era bastante dificil ver algo detalladamente. Aún así pareció ver lo que era la silueta de un león, o al menos eso le pareció a ella.Bajó las orejas un poco avergonzada por la situación en la que la habían encontrado, más aun al recordar la forma tan estúpida en la que se había visto en vuelta en tal problema. Se quedó inmóvil al éste irse y volver con un tronco con el que la iba a ayudar a salir.

- Gracias... - Balbuceó antes de agarrar el tronco con sus patas y sus colmillos lo más fuerte que podía y empujar levemente el barrizal con las patas traseras, para avanzar poco a poco.

El león se afianza con las patas delanteras del suelo firme, mientras ejerce fuerza con las traseras para halar el gran tronco con aquel peso extra sumado a su extremo, tratando de vencer la tensión dentro del barro para atraer a la joven felina y sacarle del lugar. Poco a poco va cediendo, y el cuerpo de ella sale del barro y se acerca a la orilla desde donde puede sostenerse mejor. Sus fauces se astillaban un poco al morder y jalar aquel tronco, pero era mayor su instinto de ayuda al de su preservación, de éste ultimo dependía la caza. Finalmente el tronco quedaba sobre suelo firme tal como la mitad del cuerpo de aquella joven. El león abandona el tronco y retrocede pronto, sabe bien que las leonas son renuentes a aceptar ayuda de los machos y su cercanía fuera de la época de apareamiento, y de manadas diferentes.

-Puedes salir tu sola desde ahora.-Declara el león desde distancia prudente, observando si le era fácil volver a tierra firme. Está preparado para correr, más espera, esperar siempre era una buena virtud felina.

Casi pateando el lodo con las patas taseras y con la ayuda de aquel león, se vio pronto lo suficiente fuera del barro como para salir por si sola. Levanta un poco las orejas pendiente de él, pues es apena lo único que tiene útil en ese momento. Torpemente, Aleiah empieza a incorporarse en ahora el suelo firme y avanza un poco hasta verse totalmente fuera de peligro y del barro. Se agacha un poco y con las patas trata de limpiarse un poco el rostro de barro, cuando cree poder observar al chico levanta la cabeza y lo ve medio distraída, observándolo seria y desconfiada.

- Gracias, ehm.. soy Aleiah, y tú? - Dijo tratando de ser amable y viéndolo de reojo, al darse cuenta que este guardaba las distancias. A pesar de ser bastante orgullosa, tenía que admitir que, si no fuera por él, seguramente no hubiera conseguir salir de aquel barrizal en algunos días.

-Es un placer, Aleiah.-El león lanza un gruñido suave, no queriendo provocar ninguna reacción adversa en aquella felina. En la desconfianza podía percibir el aroma a adrenalina, ella no confiaba en él y él no estaba seguro con ella, así debía ser naturalmente.- Mi nombre es Mistaide, del pueblo de Alto Veld.

Le observa detenidamente, tratando de percibir el atoma de aquella leona a pesar de la gruesa capa de barro que cubre su pelaje, dandole un tono oscuro del cual no se fía. Se mueve con cautela hacia otro lado, conservando la misma distancia, sus orejas altivas dirigidas a ella demuestran que tiene interes, y como no. Conocer a cada león de la sabana era poder conocer a los enemigos, y a los amigos, en cualquier lugar de la sabana. Había dudas grandes al respecto de ella ¿Como un león termina sepultado en aquellos pozos?

-¿No eres muy joven para cazar sola por el campo?.-Pregunta con suavidad, acercandose un poco más a ella.

Observó al león por unos instantes y movió las orejas levemente al escuchar su nombre: Mistaide.. quizá le sonara familiar, no estaba segura, de todas formas se oyen muchas cosas en la sabana, quién sabe. Aún así, se sentía bastante incómoda con la mirada de aquel hombre que parecía estar acechandola más que observándola.
Aleiah hechó las orejas para atrás con cierta molestía, sin quitarle los ojos de encima se relamió un poco el barro de los bigotes y abrió la boca para suspirar.
- ¿Podrías dejar de mirarme como si fuera una leona con plumas? - Arqueó un poco las cejas para no parecer tan desagradable, después de todo no quería que su salvador pensase que era una desagradecida. No quería espantarlo.

Levantó un poco las orejas y movió la cola levemente al verlo acercársele y pensativa, busco una respuesta a su pregunta.
- Bah... nunca se es demasiado joven... - Bajó levemente la cabeza y volvió a levantarla para verlo de reojo. - Además no estaba cazando, exploraba... y bueno... me empujaron. - Dijo casi murmurando, como avergonzándose de su despiste.

Mistaide pareció sonrojarse bajo todo su oscuro pelaje, justo al darse cuenta por las palabras de ella que estaba siendo demasiado observador. Desvía la mirada hacia el barro, colocando su cola alrededor de si mismo.

-Las plumas no le sientan bien a los felinos, a decir verdad. Y el barro, tampoco... Puede que sea eso.-Responde con aparente calma, bastante avergonzado. Decidió no volver a fijar esa mirada penetrante de antes y conservar un poco de confianza entre ambos. escuchó claramente sus respuestas, descubriendo que siempre eran ellas las que les llevaban bastante ventaja. Hablar de caza para una leona era simplemente un juego, cuando para un macho referirse a ello era preocuparse de más por el futuro. Sin embargo, ante sus ultimas palabras, volvió a mirarle.- ¿Como pudieron empujarte? ¿Que otra bestia puede derribar a un león al barro?

Ladea la cabeza extrañado, vieja costumbre felina estre su especie.

Aleiah pareció sonreir levemente al ver la reacción del león. En verdad se sentía como algo anormal.
- Quizás debería ir a limpiarme un poco, me siento extraña y algo...dura. - Levantó la cabeza pensando en lo que había dicho, sonaba extraño.

Se incorporó un poco y se empezó a lamer las patas con cuidado, viendo de reojo al león y deteniéndose al escuchar su pregunta, lo miró medio avergonzada y empezó a mirar a todos lados, buscándo una excusa para no responderle.
- ¿Nunca te has fijado en lo verdes que son las hojas de los árboles en invierno cuando los rios pasan cargados de flores? - Se dio cuenta de que lo que había dicho no tenía ningún sentido, y lo observó estupefacta y en silencio durante unos segundos, sin saber que responderle.

Mistaide tomó un poco más de valor y se acerca un poco más a ella, corroborando lo que precisamente había dicho antes de comenzar a lamer el barro de su pelaje. Algunas zonas de su cuerpo ya se veían quebradizas en el exterior, y era curioso darse cuenta que era casi como una completa estatuilla leonina secandose. No le dijo nada aun, pues berificar que su pregunta causaba nerviosismo en ella era mucho más entretenido, a decir verdad, un hecho bastante peculiar. Era obvio que ocultaba algo su podía literalmente, olfatear la nueva tensión del cuerpo de Aleiah.

-Bueno, no es invierno, precisamente, las hojas están bastante verdes, si, y en efecto es gracias a que el río no se ha secado, pero ya verás que en la época cálida estaremos deseando que se vean como hoy para atraer a los antilopes.-Se acerca un poco más y alzando su pata toca una pequeña parte del hombro de la joven felina, logrando que una parte del barro seco se descame y caiga al suelo.- Es mejor que endurezca y se seque. Así cuando te sacudas, todo se caerá, inclusive los parasitos. Bueno, si es que los tienes.-Apoya de nuevo su garra y bajando la cabeza, le mira desde un nivel bajo.- ¿Ya puedo saber que ha logrado derribar a una leona como tu a un pozo de barro?

Tal vez se había acercado demasiado para hacer esa pregunta, y por ello ahora bajaba la cabeza y la cola ante ella mostrandose tranquilo.

Lo observó acercarse más no hizo nada por apartarse, ya no le inspiraba tanta desconfianza, después de todo era un león como ella, no podría hacerle mucho. Miró al león pensativa, sin saber que responderle.

- ¿Sabes que no te entendí? - Dijo después de un corto silencio, meditando sobre lo que había dicho y sobre lo que él había contestado, disimular es dificil, sobretodo cuando estás tan nerviosa como lo estaba ella en ese momento, no era que le ocultase algo muy horrible, sólo era muy orgullosa como para admitir un error así por su parte, tan tonto, que la había dejado sepultada en el barro durante varias horas.

Suspiró un poco para después sentarse al sol y secarse más rápido, él tenía razón. Luego, lo volvió a mirar con algo de nervios, era insistinte, sí, y ella no sabía ya que contestarle.
Entonces gruñó levemente y estirandose un poco levanto una de las patas y se la puso en el hocico, como empujándolo levemente.
- Algo grande y fuerte, enorme, también sigiloso y veloz, y ehm... ¡más fuerte que cualquier león! - Bajó las orejas al notar que exageró demasiado, para que ella no pareciera una tonta despistada.
Entornó los ojos nerviosa para luego ver a Mistaide.

El león gruñe con cierta diversión al sentirse alejado de aquella manera, cerrando los ojos para evitar que las garras ajenas pudieran dañarlo y llevar tierra a sus parpados. Reacciona alejandose y lanzando un leve zarpazo por igual, golpeando suavemente la garra de la joven leona.

-Así que... algo grande, fuerte, sigiloso... y además de eso mucho más veloz que cualquier león.-Repite Mistaide, corroborando las palabras de Aleiah mientras se desplazaba al lado contrario de ella, para mirarle desde otro ángulo.- ¿No te habrá cornado un antílope, verdad? O corrigeme si me he equivocado.

Se sienta a su lado y su garra acaricia suavemente el pelaje de Aleiah, retirando parte del barro que ya comenzaba a secarse sobre su piel.

-No veo que tiene de malo saber los errores de otro. Nos ayudan. ¿Como crees que sabemos cuando un elefante va a venirsenos encima? Algún lrón debió intentar cazarlo.

Aleiah se acomodó con las cuatro patas en el suelo y lo observó avergonzada. Lo escuchó con la mirada clavada en el suelo, moviendo la cola levemente.

La leona suspiró observándolo y negando levemente con la cabeza.
- Yo... - Dijo algo apenada observándolo.
Se encogió un poco, más que nada por extrañeza y repelús al sentir como le limpiaba el lodo seco con la pata con cuidado, volvió a mirarlo ya casi rendida.
- Sí, supongo que no tiene nada de malo. - Dijo negando con la cabeza. - Soy muy orgullosa, después de todo soy una leona. - Lo miró algo sarcástica y burlonamente. - ¿Qué harías tú sin chicas como yo? No me puedo permitir ni un fallo. - Y diciendo esto se levanto un poco y lo miró directamente a los ojos. - No se lo cuentes a nadie, pero, me da nervios el agua y todo lo relacionado con ella, en realidad solo estaba explorando, me resbalé y me caí al barrizal - Al decir esto bajó las orejas y la cabeza avergonzada, arrepintiendose inmediatamente de lo que había dicho.

El león cesa el movimiento de su garra poco a poco mientras le escuchaba, llegando a quedarse estatico ante aquella confesión. Parpadeó un par de veces confundido, analisando las palabras, y reanudó pronto su tarea de despejar aquel fino pelaje de los restos de barro seco. Era increible como el color de su piel cambiaba bajo la capa mate de tierra, mostrando un pelaje brillante y bien cuidado.

-Seguramente sin leonas no viviríamos.-Responde con cierto humor, mientras le acicalaba pacientemente.- Son la parte medular de nuestra especie y... aunque no se permitan fallar, somos... mitad humanos... Despues de todo.-Bueno, esa era la parte dificil de la vida, una parte humana y racional, tentada a sufrir miedos terribles y errores catastroficos.- Pero, siendo una leona, me parece que tendrás que aprender. Ningún antílope debe escaparse de ti tan solo por correr al agua. De cualquier forma, no se lo diré a nadie... Tan solo por que no me han lanzado ningun zarpazo por acercarme a ti tan pronto.-Ronronea como señal de confianza, antes de dejar aquella parte libre de barro. Se pone de pie y rodea a Aleiah para limpiar su otro costado.- Supongo que eres muy joven para detestar a los hombres.

Aleiah bajó la cabeza avergonzada, se sentía decepcionada de sí misma e incluso algo inútil, quizá era algo sin importancia en realidad, pero para ella se le iba el mundo encima. Levantó la cabeza para observar a Mistaide mientras hablaba y le limpiaba el lodo seco, ciertamente tenía razón, a pesar de eso no podía no sentirse estúpida.
Sonrió levemente ante la idea de ser necesaria, le gustaba, aun que en ese momento no se sentía lo que se debe decir útil. Asentía dandole la razón a casi todo, mas lo observó curiosa en lo último que dijo.
- ¿Por qué debería detestarte? ¿Por comerte lo que cazo? ¿Por no cuidar a los cachorros como se debería? ¿Por vagar demostrando su hombría? - Sonrió burlona, dando a entender que sabía lo suficiente como para detestar a un león. - Es complicado, Mistaide. - Dijo observándolo con cierta dulzura. - En realidad no tengo un por qué, es mi trabajo cazar, para tí y para todos... tú no me has hecho nada malo, al contrario... me gusta sentirme importante, necesaria, me gusta... no sé, que dependan de mi, en cierta forma me hace sentir querida... ¿o has hecho algo malo por lo que deba morderte? - Levantó las orejas curiosa.

Sintió de pronto una pequeña sensación de incomodidad ante la reacción de Aleiah por sus palabras, despues de todo el orgullo era un hecho importante para todo akhanimalu león. Claro, todo depredador tenía su punto débil, el problema siempre era ocultarlo a los ojos de la presa y el resto de sus competidores. Tal vez como hombre no podía entender cuan importante era para Aleiah ser una perfecta cazadora, por ser un pasivo león. ¿Que hacían ellos? Solo mirar al horizonte mientras cuidan los cachorros.

Suspiró unos segundos antes de emitir un gracioso ronroneo, como si hubiese reído de las palabras de ella. Cierto, ellos eran muchas veces unos buenos para nada, y ellas tenían todo el derecho de alejarlos si les venía en gana. La cuestión era, básicamente, que motiva a una joven akhanimalu a no hacerlo.

-Bien, has sacado a la luz bastantes razones para detertarnos. Pero vamos, que adoran que cuidemos de los niños, somos buenos padres.-Responde con humor, dejandose caer de lado para mirarle comodamente.- Que yo sepa, no he hecho nada que moleste jamás a una leona. Mamá me enseñó bien que se les respeta por habilidad, y por que todo hombre león les es dependiente. Aunque...

Mistaide lanza un bufido, recordando cierta vez que había hecho mal. Si, muy mal, errores de jóvenes y además, de novatos.

-Bueno, una vez una joven leona me mordió del cuello. No lo esperaba...

La felina rió al ver las reacciones de Mistaide, había perdido toda desconfianza, él no parecía un león malo de los que abandonan cachorros y se quedan vagueando al sol, aun que claro, no se lo podía imaginar cazando ni nada por el estilo.
- Si bueno, cachorros fuera, aun no los tengo. - Lo observa sacando levemente la lengua, como para burlarse y levantándose un poco apoya las patas delanteras levemente sobre el costado del león.
- Aún así, eres un vago. - Levanta las orejas y lo empuja levemente. Se relacionaba poco con los leones, se había dado cuenta que sólo conocía leonas, con las que iba a cazar, pero no machos. Podría haber sido una mala experiencia, quizás agresivo, pero no fue así y eso le alegró. A lo mejor incluso podría felicitar a su madre por haberlo criado tan educado.
- ¿Por qué, qué le hiciste? - Preguntó al oir a Mistaide hablar sobre ese pequeño incidente.

-Entonces eres una leona muy joven.-Declara al escucharle, antes de sentirse levemente presionado por las garras de aquella felina. ¿Que era un vago? Vamos, que pasaba horas curtiendo pieles solo para mantener vigilado a su hermanito. Cazaba, si, cuando sabía que Mattew exijía bastante alimento, y sin embargo, le era una tarea dificil.- Bueno, cuando tengas a tus cachorros, puedes llevarles conmigo. Normalmente vivo de curtir pieles, así que pocas veces salgo a cazar. Como dije, vivo de lo que las chicas traen al pueblo.

Se sintió levemente nervioso de delatar lo que había logrado que una chica le diera una paliza. Por que claro, cuando un león es joven y novato, aprendiendo a convivir con las chicas, siempre ocurren accidentes lamentables. Y aunque eso no lo había matado, lo había marcado para toda su vida.

-Bueno, sobre accidentes como esos... supongo que me sirvió de aprendizaje. Una ocasión, una leona nos hizo creer a un amigo mio y a mi que estaba... Tu sabes... en celo...-Suspira, sintiendo como se le acumula la sangre bajo su negruzco pelaje.- Nos acercamos demasiado a ella en el momento menos indicado, y nos dio el "Alto" de manera tajante. Mi amigo tiene una cicatriz en el hocico, cuando es humano parece que le hubieran roto la nariz. A mi me derribó al suelo, me liberó más tarde cuando descubrió que yo era muy joven para hacerle daño...

- ¡Hey! No hables como si fueras un anciano. - Lo empuja un poco más con las patas entornando los ojos, curiosa. En realidad no sabía si quería cachorros, suponía que algún día los tendría pero aun que ya estaba en edad de tenerlos no le apetecía, simplemente, a pesar de lo que las leonas más ancianas le contaban sobre ser madre.
- Uhm... claro... - Le dijo casi sin escucharlo, metida en sus pensamientos, luego volvió en sí al ver como se ponía nervioso, se le notaba por mucho que lo fingiera, sonrió levemente delatando su curiosidad y picardía y acercándo el rostro a él se quedó observándolo divertida y sonriente.
- Somos peligrosas... - Dijo soplandole un poco, apartándose, después poniendole la pata en la cabeza despeinándolo con cuidado. - Que mala ella en todo caso, mujeres, quién las entienda. - Dijo moviendo la cola y una oreja cual radar. - ¿Verdad? - Sonrió inocente.
Algunas leonas son así, pero ella definitivamente, no.

-Hmmm...-Fue su unica respuesta, pues antes de poder hablar, había sentido una dolorosa punzada en las costillas. Aleiah había ejercido demasiada presión para sus huesos, y él había intentado disimularlo bastante bien, tanto así que en su silencio pareció simplemente pensar y escucharla. Estaba en campo abierto, ninguna muestra de debilidad era bien considerada.

Cerró los ojos ante la brisa provocada por ella, plegando las orejas hacia atrás conforme se acercaba. Si, eran peligrosas, y muchas veces habría envidiado a los akhanimalus gacela por tener chicas tranquilas. Y sin embargo, tal vez ese era el encanto de las leonas, diferentes a los humanos, toda chica era inquebrantable. Él no comprendía del todo a ninguna mujer, ni siquiera a su madre. En su pueblo y en todas las especies, probablemente era un misterio eterno.

-En efecto. Si tu no comprendes a tus compañeras, mucho menos podría hacerlo yo mismo.-Se sacude para acomodar su melena oscura y le mira apartarse, sin moverse de su lugar.- Para ser tan joven, eres bastante tranquila, Aleiah. Y no lo digo por ser un anciano. En realidad, ningún león anciano que conozca tiene buena vista, y no saben distinguir cuando una felina se distingue por su hermoso pelaje. Te lo dice simplemente un león vago que aun conserva los dos ojos...

Aleiah se echó a su lado, simplemente cansada de juguetear, observándolo algo más relajada.
- ¿Qué quieres decir con eso? ¿que debí haberte atacado nada más salvarme? - No le parecía algo normal, es decir, si te salvan de un peligro, ¿por qué atacar a tu héroe? ¿por ser un macho?, no sabía si alguna de las otras leonas habría estado en una situación similar a la de ella y hubiera sido rescata por un león macho, pero si hubiera pasado hubiera sido muy descortés por parte de ellas atacar al león macho, sobretodo si este hubiera sido tan cuidadoso como lo había sido Mistaide.
Aleiah movió la cabeza un poco a los lados meditando. No le encontraba mucho sentido.
- Yo te atacaría si estuviera en celo, pero no el resto del tiempo. - Eso sí le parecía logico en cierta forma, siempre y cuando Mistaide no tratara de propasarse con ella no llegaría a atacarlo, quizás un poco a la defensiva, pero nada más allá de un par de arañazos y mordiscos.

-No estoy acostumbrado a leonas amables como tu, Aleiah.-Responde simplemente, antes de bostezar para acomodarse de modo que dejaran de molestarle las dolorosas punzadas en sus costillas.- O tal vez no las he tratado lo suficiente, trabajar y cuidar de mi hermano es una vida para mi. No puedo descansar hasta que él sea capaz de alimentarse solo.

Guardó silencio y observó el horizonte. Si, aun tenía que cazar, y cuando el sol bajaba, muchos animales comenzaban a movilizarse a lugares seguros. Tal vez no era tiempo de estar hablando, pero que más daba, no todos los días se estaba tan cerca de una joven como Aleiah sin recibir gruñidos.

-Si estuvieses en celo, no me acercaría a ti. No en vano he aprendido de la paliza. Puedo esperar para preservar mi sangre. No suelo pelear por ninguna leona, pone en riesgo a mi hermano. Si ya tengo cachorro que cuidar, no necesito más.-Vuelve a mirar a Aleiah con vaga atención.- Cuando lo estés, seguro te divertirá. Son muchos de nosotros compitiendo por estar cerca de ti. Y a pesar de todo, no siempre escogen al fuerte. Yo que lo veía de niño no dejo de reirme.-Gruñe suavemente con diversión, antes de ponerse de pie y volver su vista al horizonte.- ¿Que tal si vamos por alguna gacela? Algunos grupos deben haber llegado por agua. Y no se tu, pero yo tengo hambre.

Su hermano...
Aleiah había escuchado ya un par de veces a Mistaide hablar de su hermano, se imagina un pequeño leoncito travieso y extrovertido que no paraba de hacer travesuras, sonrió para si misma ante aquella curiosa y divertida idea de un mini mistaide todo lo contrario a él.
- Bah tampoco debe ser tan genial que unos babosos hormonales peleen para ver quien me monta. - Visto desde ese punto perdía toda la gracia, al menos para ella. Le gustaba ver las cosas desde todos los puntos posibles, para así sacar lo bueno y lo malo, es bastante observadora y le gustan mucho los pequeños detalles.

Ve como el león se levanta y nada más escucharlo, su panza empieza a sonar, recordando así que lleva desde que se metió en el lodo sin probar bocado.
- Cazemos algo para tu hermano. - Se levantó moviendo las orejas, relamiendose.

-Tienen un punto a tu favor. Será que nunca han peleado por mi, y desde fuera me resulta divertido. Podría prometerte que no se te acercarán, pero, me arriesgaría a tus encantos. Y tu sola podrías con ellos.-Se sacude energicamente, antes de comenzar a andar un poco para estudiar la dirección del viento.- Busquemos algo grande y desvalido. Una Gacela no nos alimentará a los tres, si consideras a mi hermano.

Olfatea el ambiente tratando de buscar el rastro de algun herbivoro grande. Ni hablar, solo estaba ese olor sutil de los pequeños rumiantes, y uno que otro akhanimalu. Observa a Aleiah desde su punto.

-¿Que te apetece, Aleiah? Tal vez trabaje un poco más para cazar, pero puedo esforzarme por seguirte el paso.

Aleiah solo pudo reir débil y timidamente, también, en el fondo, muy en el fondo, le hacía ilusión que peleasen por ella. Se levanta al ver al león observar su alrededor, pensaba en qué podrían cazar para él y para su hermano, para ella también obviamente, podrían cazar una par de gacelas, una cada uno, pero no estaba segura si Mistaide seguiría su ritmo,quizás alguna cebra, o podrían cazar algún ñu o bufalo pero esos eran algo más complicados al defenderse los unos a los otros.
Aleiah estaba pensando qué cazar, olfateo a la vez que Mistaide, pensativa y lo miró cuando este le preguntó justamente lo que ella estaba pensando.
Vaciló un poco antes de contestarle.
- Bueno, me gustan muchos las gacelas y las cebras tiernas... pero si te quieres arriesgar con una presa algo más grande podríamos buscar algún que otro bufalo. - Entornó los ojos, desafiante.