Por un pelo (Libre~)

-Estás subestimandome, Aleiah.-Declara Mistaide entornando los ojos havia la joven felina, antes de acercarse a ella y encararle altivamente con cierto humor elegante.- Despues de todo, ha sido este gran felino que ha traido a la joven leona una nueva oportunidad fuera del pozo...

Por supuesto, bromeaba, Aleiah seguramente iba a exigirle bastante como cazador. Vale, si los forasteros podían hacerlo perfectamente ¿Por que no él que ya había cazado junto a su madre? Mistaide se aparta del frente de Aleiah y camina a su lado con calma, procurando mantener esa distancia primordial. A lo lejos comenzaban a verse pequeños rebaños de gacelas, y para su alivio, ninguna hiena o guepardo rondaba. Tal vez, por el momento, buscar algo más grande era darse a ser presumido. Y sin embargo...

-Bien, puede que me superes cazando, pero he cazado cebras antes. Aunque he de admitir que nunca he cazado a un búfalo o a una jirafa, demasiado riesgo implicito para un solo león. -Con el hocico roza suavemente el hombro de la joven para llamar su atención.-¿Que has cazado tu, Aleiah? Dicen que algunas chicas en grupo con capaces de derribar a un elefante. Nunca lo he visto y siempre he creído que es un mito, por lo menos yo... nunca he comido carne de un elefante.

- Bah hubiera acabado saliendo igualmente. - Dijo Aleiah como para resptarle importancia, pero la verdad era que, aunque hubiera podido salir sola, le hubiera costado mucho tiempo hacerlo. Mistaide realmente la había salvado.
La leona caminó olfateando el aire, al ir avanzando se empezaban a ver a lo lejos lo que podrían ser las primeras cazerías, la más comunes, es decir, las gacelas. Aún así no le importaría tratar de cazar algo más grande con Mistaide, quizás sería dificil pero le gustaban los retos y los desafios, después de todo superarse a si misma es una de las metas de toda leona, y cazar con un león ella sola una presa grande era una de ellas. De todas formas eso no dependía de Aleiah, no sabía si sentirse lo suficientemente segura con él, y si ella no lo hacía, él menos aun.

- Las cebras y los antílopes suelen huir, es fácil cazarlos, lo dificil es cuando cazas búfalos y se te vienen todos encima a cornearte por tirar al suelo a un bebé. - Sonrió de medio lado al oir la pregunta de Mistaide, quizás recordando antiguas cacerías o simplemente imaginándoselo. - Cuando era algo más pequeña, recuerdo una vez que no había muchos antilopes ni cebras por una sequía muy fuerte, iba con un grupo de leonas como aprendiz, más o menos... Querian cazar algo grande y se nos cruzó un elefante pequeñito, se había perdido. - Vio a Mistaide sonriendo. - Lo matamos y nos lo comimos, después cazamos un par de bufalos y os lo llevamos a ustedes. Lo mejor para las mejores, ¿no crees?. - Dijo, de broma claramente y con algo de malicia.

Mistaide bufó ante aquella historia, aunque era una reacción meramente de incredulidad. Después de todo era increible lo que acababa de oir ¡Las leonas podían estarles engañando todo el tiempo! Y peor aun, no tenía nada que reclamar. La sociedad era así desde su inicio, fuese en Alto Veld, en Gryffin o entre los muchos forasteros vagabundos.

-Ni quien te remita ese comentario. Supongo que engañarnos es otra de esas cosas que las madres tranfieren a sus hijas y a sus nietas. Cuanta maldad se traen entre garras, Aleiah.-El león mueve negativamente la cabeza, agahandola un momento un tanto derrotado.- Será por eso que mi madre nunca me enseñó a cazar propiamente dicho.-Vuelve a mirarle de soslayo con la cabeza erguida nuevamente.- Bien, te demostraré que puedo ser tan bueno como tu de otra forma distinta. Y puedo ganar el alimento como tu lo has hecho toda la vida. Que sea un reto, Aleiah. Si puedo ayudarte a derribar una presa grande, la que tu elijas, me dejarás ver tu forma humana antes del ocaso.

Se adelanta un poco para enfrentarle, tanto que sus narices por poco se rozan, y ésto pareció divertir bastante a Mistaide cuyos ojos felinos brillaron.

-Si no puedo hacerlo... Bueno, ya decides tu que puedes ganar de un macho como yo. ¿No?.-Estaba seguro de poder lograrlo, no era su primera casería. Tal vez la primera en grupo, si, pero quería intentarlo. ¿Hasta donde diferían las habilidades de uno y de otro?

Aleiah sonreía ante las reacciones de Mistaide, si bien siempre había sido dificil cazar elefantes incluso para leonas, pero crías pequeñas y desamparadas había en todos lados, y ellas siempre aprovechaban esas oportunidades.

- No te preocupes, si cazo otro quizás te de un poco de carne de elefante... - Entornó un poco los ojos - Aunque no es bastante consistente, nos sirvió más para nutrirnos que otra cosa. - Lo volvió a observar y a sonreir burlona. - No te molestes, son cosas de mujeres - Aún así se sintió extraña escuchándolo. Y se detuvo a pensar en las consecuencias de perder cazando contra él, no le parecía tan grave, pero aún así... podía haber pedido cualquier otra cosa, ida en sus pensamientos no pudo darse cuenta de que Mistaide estaba frente a ella y sorprendida de su cercanía se echó para atrás rápidamente cayendo sentada en el suelo. - ¿Por qué me pides eso? - Dijo viéndolo con tanta incredulidad como un niño.

Se incorporó un poco y lo quedó viendo, no iba a negarle el reto por que solo la idea de jugarse cosas ya le hacía estallar la adrenalina, mientras, pensaba qué cazar que estuviera a la altura de ambos.

Deseó poder reir en ese momento, era gracioso ver a Aleiah alejarse y mirarle con extrañeza, después de todo y a simple vista, su petición no pareció ser del todo normal. Aprovechando el momento de silencio, decide continuar con su charla desde la ofertsa anterior de la joven.

-Me encantaría probar presas nuevas, por más pequeña que sea su cantidad. Y bueno, supongo que puedo respetar sus secretos de caza. Los machos también tenemos metodos de seduccion que solo comentamos entre hombres.-Bromea antes de seguir avanzando, solo un poco más, hasta treparse a un tronco seco que descansa entre hierba.- Te pido que me muestres tu forma humana a razón de que tal vez no vuelva a verte. Es curiosidad, simple y sencilla curiosidad.

En realidad tampoco era extraño lo que él le pedía, después de todo tenía razón, quizás no se volverían a ver, la sabana era muy grande y ella siempre estaba vagando por ella. Movió la cabeza no muy convencida pero aceptando la oferta de Mistaide. Ya se le ocurriría a ella algo malvado para vengarse por su osadía, si ganaba. Un pensamiento oscuro pasó por su mente y lo miró con picardía.

- Claro, claro, entiendo... - Le dió un poco de repelus eso de "métodos de seducción", quizás de que son capaces ellos por conseguir una hembra. - Está bien... acepto el reto. - Dijo volviendo la vista al horizonte. - Quizás no podamos cazar elefantes pero estoy segura que podrás enfrentarte a una manada de búfalos, al igual que yo, nunca lo has hecho sólo. - Y entonces miró de nuevo a Mistaide, con una mirada de desafio, confianza e incluso algo de malicia.

Mistaide abrió los ojos sorprendido, tratando de razonar debidamente lo que acababa de escuchar. Peligroso, si, descarado, tal vez, locura, probablemente el sol ya lo estaba volviendo poco menos cuerdo de lo que era normalmente. Eso, o simplemente no podía dejar desválido el orgullo que todo león macho lleva en el fondo, aquel que les hace defender un territorio y a sus hembras. También podía suceder que tuviese tanta hambre que ya no pensara correctamente, y sin embargo...

-Acepto.-Responde despues de salir de su impresión, desviando la mirada con aparente tranquilidad. Bueno, es que uno nunca podía estar seguro de cuanto se estaba arriesgando, y que tan estupido podía ser el intento, pero, por otro lado, era una buena oportunidad si conseguían algo.- Busquemos entonces, que se hace tarde. Seguramente habrá alguna cría descuidada antes de que caiga la noche.

Salta del tronco y se dedica a olfatear el aire con la cabeza en alto unos segundos, buscando. Olores fuertes venían del este, tal vez ahí se escondían esos bodoques cuadrupedos.

-Cazaré uno antes de que tu puedas llegar.-Declara con cierto humor, antes de echar a correr por el campo, haciendo movilizar freneticamente a algunas de las gacelas en dirección al lugar donde olfateaba aquel olor fuerte.

Aleiah sonrió con descaro al aceptar Mistaide su propuesta. Puede que quizás no cazasen nada, o quizás sí y quedaran satisfechos por horas, pero si de algo estaba segura, es que se iba a divertir mucho más que con cualquier leona. Su estómago rugía, nunca mejor dicho, por tener un trozo de comida dentro.

- Sí, además de eso.. tengo hambre. - Lloriqueó la felina hambrienta.
Levantó la cabeza a la vez que él, olfateando. Volteó a ver rápidamente al este donde ambos parecía que hubieran olido algo y miró a Mistaide de reojo sonriendo al escucharlo.

- Ya veremos si no acabas corneado. - Le dijo riendo a la vez que impulsándose con sus patas traseras empezaba una carrera detrás de él, tratando de pasarle de largo o en su defecto impedirle el paso jugueteando.

-Los golpes de la vida se reciben con actitud altiva, Aleiah.-Responde el joven león a su retante comentario. Nunca le habían cornado, y sin embargo...-Solo un golpe de la vida he lamentado.-Añade más tarde, recordando ese dolor molesto de su costado, sus costillas lastimadas.

Continúa su carrera tan bien como puede, evitando a Aleiah y sus tacticas de rebasarlo o evitar su carrera, aunque algo tenía que admitir, era demasiado rápida. Que más daba, no podía dejarle ver que le costaba correr a su paso, y con aplomo de fortaleza logra llegar a otra loma elevada donde se detiene jadeando, mientras observa a Aleiah llegar a la par de él y mirar el nuevo terreno de caza. Y, para su suerte, un grupo de grandes animales pastaba cerca de otras pocas gacelas separadas. Una familia de bufalos descansaba entre la multitud, y Mistaide no pudo evitar ronronear por lo bajo de gusto.

-Eso si es una suerte, Aleiah... Esto... Seguramente han de saberlo mis hijos.-Declara al devisar a aquellos enormes animales oscuros. Olfatea un poco mejor, los observa de cerca.- Uno de ellos, tal vez dos... Creo que son akhanimalus búfalo...-Observa a la joven leona con curiosidad.- ¿Alguna vez haz casado akhanimalus? Creo que ellos son mas habiles para darnos pelea...

Aleiah lo escuchaba divertida, incluso se atrevía a saltar sobre Mistaide, apenas sin rozarlo para llegar al otro lado del camino y seguir con la carrera, era una leona orgullosa, y como tal, le gustaba exhibirse y mostrar todo lo que podía y sabía hacer. Lo siguió jugueteando hasta llegar al final del recorrido donde se paró en seco no si antes mirar divertida a Mistaide.
Aleiah analizó detalladamente el terreno, vio a las gacelas y sobretodo, a los búfalos, se sentó pensativa.

- Siempre y cuando vivamos para contarlo... - Ronroneó Aleiah satisfecha. - Y no, no he tenido el placer. - Dijo entonces volteándo a mirarlo, no estaba segura si había cazado gacelas akhanimalus, pero las gacelas siempre eran fáciles de cazar, alguna que otra había dado pelea pero nunca tanto como la daba un búfalo, y si los akhanimalus búfalos eran peores que los normales... Movió la cabeza para sacarse malos pensamientos y empezó a plantearse una forma de cazarlos, se echó en el suelo de forma acechadora y recapacitó unos segundos mirando a los animales. Luego miró a Mistaide.

- Escondámonos. - Su rostro totalmente serio, dejaba ver una leve preocupación.

-Sobrevivir es cuestión de querer, y de entrenarse para ello.-Añade Mistaide al comentario de la joven leona, con la vista fija en sus presas. Sintió cuando Aleiah tomaba posición asechadora y volvía a ponerse en pie, ante lo cual él le miró curoso. "Escondámonos" le oye decir, y él obedece a razón de ser lo más lógico hasta entonces.

El cuerpo del león queda casi al ras del suelo, queriendo ocultar y camuflar mejor su oscura melena entre el pasto. Muchas veces hacerlo era molesto, por más orgullo que le viniera a dar el ser un macho adulto. Sus garras sientes la tierra entre sus dedos, puede sentir las vibraciones de aquellos animales al caminar. Las pupilas de Mistaide se contraen en un momento, sus ojos brillan con la pasión de la proxima caza, le domina el instinto controlado por un raciocinio menor.

-¿Cual es tu plan?...

Aleiah siempre un poco adelante de Mistaide, olfateaba el terreno, observaba a los búfalos entre la alta hierba que aun quedaban lejos de ellos, aún así ella avanzaba lentísimamente, casi ni se notaba su movimiento, acariciaba el suelo con las patas, sin hacer el menor ruido.

- Por la espalda... - Susurró para el león que se arrastraba a su lado. - Ataquemos por la espalda, antes de que puedan reaccionar habremos matado su cachorro. - La idea de Aleiah era simple, acercarse lo más que pudieran e ir por el eslabón más debil, puede que saliera bien, puede que no, pero no tenían nada que perder.
Estaba nerviosa, adrenalínica, se sentía totalmente relajada y a la vez nerviosa, quería lanzarse, pero sabia que eso podría ser un error. Miró a Mistaide de reojo.

Manchas oscuras en el horizonte les indicaban su posición incauta, aquellos grandes animales pastaban con paciencia entre otros pequeños animales. Observa a un par alejarse desinteresadamente, volviendose a esa forma humana que todos los de su pueblo poseían. Se preocupó, tal vez ellos si os habían sentido. Fija su mirada en ambos tratando de leer sus movimientos, antes de verlos andar perezosos hasta un charco de agua. Por dentro se siente aliviado, y trata de buscar a la cría de que Aleiah ha hablado. Está protegida por algunos adultos, pero tan cerca que su olor afina su instinto depredador.

-Los adultos estan muy cerca de él... Alguno deberá distraerlos... Para que el otro secuestre a la cría.-Observa a la joven leona de soslayo, moviendo solo sus ojos.

El león estaba completamente tenso e inmovil, cuya adrenalina invadía todo capilar de su cuerpo haciendolo una maquina a punto de explotar en pura energía de caza. Pero no podía fiarse solo de ello, tenía que unir esfuerzo con aquella que bien podía ayudarle o defenderle en la peor situación, tal como él a ella. La sincronía era primordial en tal caso.

-Puedo distraerlo y tratar de intimidarlos... Es mi deber natural.-Si, ahuyentar a todos de su territorio, para eso eran buenos los leones, para defender a las damas de su reino de los extraños y forasteros.

Aleiah estaba tranquila acercándose hasta que se detuvo en seco al mirar a los búfalos caminar, luego buscó a la pequeña cría y cuando la hubo visto observó a Mistaide escuchándolo.

- Pero ellos no te temen a ti. - Susurró Aleiah en un suspiro, sin mirar a Mistaide. Se acurrucó acechadora y en un abrir y cerrar de ojos salió disparada, corriendo casi pegada al suelo. Los búfalos no tardaron en notarla acercarse y empezaron a correr casi a trompicones entre todos, sólo cuando Aleiah se tiró a la espalda de uno de los más grandes, empezaron a darse cuenta que sólo había una leona y no tenían nada que temer, asi que empezaron a juntarse todos y arremolinarse casi empujandose entre si, corriendo de un lado a otro para echar a la invasora. Sólo alguien en la manada estaba desorientado sin saber dónde ir y que hacer, una pequeña cria estaba observando a sus padres y se dispuso a ponerse en marcha hacia donde estaban ellos.

Las vibraciones del suelo se hacen evidentes cuando el revuelo se ha ocasionado, la manada se altera con la presencia de Aleiah entrando de inmediato en posición defensiva, les ve tratando de ahuyentarla mugiendo y moviendo la cabeza de forma amenazante, y en tremendo contraste observa a la pequeña cría desorientada caminar en busca de sus padres, tan solo en unos segundos desprotegido en el campo. Y éste es el estimulo que Mistaide necesita para salir de su escondite a toda velocidad, arremetiendo pronto contra el pequeño ungulado que poco resiste de pie cuando lo derriba por un costado. Colocandose del lado del lomo del pequeño, lo apresa contra el suelo y muerde de inmediato su carganta con la fuerza suficiente para acallarlo por falta de aire. Con sus garras le aplasta sus patitas para evitar todo el forcejeo posible mientras su vista observa a la manada, pendiente de no ser descubierto, y que de serlo, tenga por lo menos una oportunidad de escapar ileso.

Poco a poco la respiración de la cría se hace lenta y trabajosa, tanto que se debilita y cesa al punto de no retorno. Solo debe esperar lo suficiente para asegurar que puede cargarlo sin forcejeo lejos del lugar.

Aleiah corre esquibando los búfalos que entre golpe y golpe, intentan cornearla sin lograrlo. Entre el ajetreo ve a Mistaide correr hacia la cría.
Perfecto piensa la joven leona mientras corretea entre los grandes animales enojados que la persiguen, entonces Aleiah se para en seco y ruge debilmente para todos los búfalos, quizás en cierta forma riéndose de ellos por su estupidez, no así ve como un par de búfalos se desbían de todos los demás y corren hacia el pequeño cachorro moribundo, Aleiah echa las orejas para atrás y corre lo más rápido que puede, llegando donde Mistaide y agarrando casi en la carrera y de un bocado los muslos del cachorrito. Ve a Mistaide desesperada.

- ¡Corre demonios, corre!

No había tenido que decirselo dos veces, pues tan pronto Mistaide había visto al par de búfalos arremeter contra él, Aleiah apaecía a su lado y tomaba a la cría de las patitas. El cuerpo se levanta sin más y Mistaide echa a correr junto con ella tan rápido como puede con aquel peso extra balanceandose en la intensa carrera. Los siente cerca, sus patas descubren las pezuñas contra el suelo marchando a gran velocidad. ¿Cuanto tardarían en cansarse? Tal vez lo que el pequeño búfalo tardara en morir definitivamente, pues al morir sus padres se darían por vencidos al buscarlo. Poco le falta, menos aun con las mandibulas tan firmemente apretando su cuello por tanta adrenalina.

-¿A donde vamos?!.-Cuestiona a Aleiah mientras buscaba con la mirada un lugar donde aquellos animales no pudieran alcanzarlos. Rocas altas, tal vez, un pedazo de galería tupida de plantas.

Se alejaban ambos leones cuando de pronto frente a ellos un búfalo se interpone en su camino
Taurus no tenia en verdad un motivo de estar allí, ya que era un exiliado y los búfalos le atacarían incluso a el, pero su instinto de manada le decía que si hay una cría en peligro debía atender a la ayuda lo cual lo trajo sin pensar.

No les permitiré dar un paso mas con esa cría, suéltenla ya, o no me are responsable.

Dicho esto se alza y deja caer su peso en forma de crear un temblor bastante potente.

Esto puede ir dirigido a sus cráneos dejen ala cría.

Taurus no savia lo que hacia ciertamente era una tontería pelear, pero su instinto ya lo había traído allí y ya no podría retirarse.

Aleiah se paró en seco enterrandole aun más si era posible los colmillos al cachorro, observó a Taurus por unos segundos y engrifándose empezó a rugir y gruñir.

- ¡Sale de mi camino, escoría! ¡No vas a pelear por un cachorro muerto! - Gruñió Aleiah sacada totalmente de sus casillas.
No le impresionó la amenazada del animal, tampoco le asustó, si a algo estaba acostumbrada eran a cosas de ese tipo, y no pudo hacer más que sonreir y mirar a Mistaide. Se sentía crecida en cierta forma, y es que ahora para ella todos los búfalos eran imbéciles, era obvio lo que iba a pasar y ellos simplemente no se dieron cuenta, se rieron en su cara.

Desgarrando la piel del cachorro observó a Taurus sadicamente.

Con un demonio, ¿que diablos me pasa?, larguen se ya, que si les detengo mas los 3 saldremos mal de aquí, no se que pensaba al venir a ayudar a un montón de búfalos mal agradecidos.

Le causaba mucho dolor a Taurus, principalmente a su orgullo como peleador, pero no podía hacer mas, ya que la manada era la misma a la que pertenecía el, y ya notaba que lo veían como si fuese un enemigo y no un aliado, a pesar de detener a los leones por unos momentos.

No crean que les ago un favor a ustedes, ni que temo pelear, simplemente, no vale la pena empezar una pelea contra alguien que no es mi enemigo.

Era muy extraña esa reacción, pero el instinto de Taurus no era tan fuerte, estaba razonando las cosas, lo que no era algo que hacia a menudo. Se quito de su camino, y solo los observo, ya no había algo que le impulsara a pelear, la cría ya no se quejaba, talvez ya estaba incluso muerta, por eso era mucho más censillo razonar.

Créanme, que si fuese otra manada, talvez si me quedaría, pero no puedo evitar ser “odiado” por esta manada que les sigue.

Dijo ya muy calmado pero con algo de prisa porque cada palabra solo permitía que la manada se acercara a ellos.

La carrera le aceleraba el corazón mientras corrían cargando a aquel peso para ambos, a la par con sincronía dada del instinto latente de ambos felinos. Poco a poco dejaba de sentir las pezuñas de aquellos gigantes tras sus huellas, y así mismo bajo sus fauces la cría daba sus ultimos alientos de agonía, sin forcejeo, sin mucho dolor. Y de pronto para en seco tal como hacía su compañera, descubriendo a un búfalo joven parar su marcha decidido a cornarlos para alejarles de la cría. El suelo sucumbe a su peso cuando el gran búfalo se encabrita y bufa exasperado, golpeando el suelo con sus patas. Su tensión hace apretar aun mas el cuello de la cría, hasta asfixiarle completamente, gruñiendo, más era Aleiah quien como orgullosa leona se enfrenta al valiente herbívoro. Sus fauces ya desgarraban a la pequeña cría, ahora muerta en las garras de sus captores. Y el gran búfalo pareció recapacitar, dandoles paso. ¿Extrañado? Por supuesto, lo estaba.

"No crean que les ago un favor a ustedes, ni que temo pelear, simplemente, no vale la pena empezar una pelea contra alguien que no es mi enemigo"

Sin poder evitarlo piensa en aquellas palabras. Búfalo extraño, sin duda, pues ya no sabía si pensar que Aleiah lograba espantarlo o simplemente era un animal racional muy por encima de sus instintos. Instintos. Algún día éstos le llevaría a tratar de cazarlo a él también. Toma a la cría uerta con firmeza, animando a su compañera a seguir con su carrera a un lugar tranquilo aunque ya nadie les seguía. Prado despejado, hierba mediana, un paramo ideal donde pudo al fin soltar su presa y dedicarse a respirar.

-No puedo creer lo que pasó.-Declara entre jadeos, mirando al horizonte al solitario búfalo avanzar a un lugar indefinido, alejado de los suyos.- Lo habrás espantado de verdad...

Aleiah empezó a correr jalando a Mistaide en cuanto vio al búfalo razonar y apartarse, en realidad no se detuvo a pensar si había sido ella la que lo había espantado o no, quizás sólo era inteligente, o un miedo tonto le apretó el corazón por unos segundos haciéndolo reaccionar, de todas formas, no tenía tiempo para meditaciones y sin vacilar empezó a correr de nuevo, gruñendo levemente al apretar el pequeño cachorrito de búfalo que ya fallecido se empezaba a agarrotar.
Aleiah pareció volar, saltando sobre la hierba hasta llegar al claro, jadeó nerviosa y agotada, también adrenalínica y excitada por el logro, soltó a la cria y la apartó con la pata para luego mirar a Mistaide, suspiró hondo tratando de recobrar el aliento.

- Ha sido genial... - Ve a la cría y luego al gran león que la acompañó. - No estoy segura si fui yo. - Hechó una oreja para atrás pensativa.
Se sentó en el suelo y movió la cabeza levemente sin dejar de mirar a Mistaide. Sonrió de medio lado y moviendo la cola algo orgullosa le comentó:
- ¿Sabes que en realidad pensaba que serías una carga y moriríamos? - Dijo medio burlona. - Te he subestimado, enhorabuena, no eres tan inútil como pensaba. - Le dio un leve empujoncito con la pata.

La lengua del leon termina por darle de nuevo humedad a sus secos bigotes, dando fin a su esmerado intento por recuperar el aliento. Siente que su instinto sigue latiendo, y que le obliga a desgarrar a su presa tan pronto se ve fuera de peligro, pero algo más poderoso le detiene para comer. Aleiah. El gran felino termina por echarse al suelo con apariencia cansada, sin estarlo realmente.

-Podría jurar que has sido tu. Eso o tal vez ese era un akhanimalu muy inteligente...-Sus ojos felinos se fijan en la joven con tranquilidad.- Adelante, reclama tu premio. Mi hermano y yo podemos esperar. Y si alguna hiena se acerca, será mi turno de defender el almuerzo.

Y eso era lo más razonable. A varios metros de ellos algunas aves ya se fijaban en su presa, y no se atrevían a acercarse debido a la atenta mirada por parte de Mistaide. Sintió el roce de su garra segundos despues, cosa que le obligó a poner atención a sus palabras, cuando la joven leona volvía a hacer gala de su extraordinario orgullo de cazadora sobre la bien conocida fama holgazana de todo leon. Y el joven no pudo sino levantarse de su sitio con fingida indignación.

-Sea pues, joven leona, una dama capaz de reconocer que si un hombre se esfuerza, puede ser tan bueno como ustedes.-Sus felinos ojos le miran a tan solo unos centimetros, más con su garra roza jugueton el menton de la joven felina antes de retirarse y volver a sentarse con la vista al horizonte.- Anda, come. Puedo esperar para ello, pero ansio más en todo caso saber como eres, joven y bella akhanimalu.-Añade con cierto humor tranquilo.

Aleiah volteó a ver el pequeño cadaver del cachorro búfalo que ya frío y agarrotado yacía entre ambos, mientras escuchaba a Mistaide volvió a recordar el hambre que tenía y su estomago empezó a rugir quizás tanto como lo haría un león desesperado por un bocado de cualquier alimento. Quizás hubiera invitado al león a comer con ella, pero en cierta forma se hubiera sentido incomoda o incluso una cierta sensación de defraudar a sus amigas y compañeras, había ciertos y limites, y aunque Mistaide había demostrado ser digno de premiación, sentía que no se había ganado suficiente un puesto como para comer junto a ella, no aun al menos.

Agachó la cabeza y movió con el hocico el cuerpo sin vida del cachorro para después despedazar de un bocado el costado de este, empezando a devorar casi sin masticar, desesperada por el hambre, toda la sustancia que pudiera encontrar que pudiera alimentarla, después levantó las orejas al escuchar lo último que le dijo el león, levantó la cabeza mirandolo, se relamió levemente la sangre que tenía en el hocico sin limpiarla completamente, dejando caer leves hilitos de sangre mezclados con una pequeña babilla de deseo, de hambre.

- No es agradable una mujer ensangrentada y babeante. - Dijo imaginandose a ella misma en esa situación. - Menos como humana.

La risa de Mistaide fue interior al escucharle decir aquel detalle curioso, mirandole con cierta curiosidad. Si, en efecto, aquella imagen de la leona no era otra vista que el lado más feroz y crudo de su vida, de una especie entera viviendo del derramamiento de sangre para comer y vivir. Muchas veces había visto esa imagen en su vida, desde el más pequeño y tierno cachorro con colmillos hasta el más viejo felino de su pueblo. Y en cierta forma, y a pesar de ser verdaderamente atroz y desagradable para un humano, a ojos de un leon era muy diferente.

-Bueno, la belleza es subjetiva.-Responde con tranquilidad.- Quien sabe, podría parecerme desagradable o rotundamente hermoso o excitante.-Bromea y desvia de nuevo la mirada al campo abierto.- En si, te da un aire feroz. A mi me gusta, da una sensación de intimidación que se contrasta con tu propio deseo de enfrentarle.

De pronto el león se levanta y corre hacia unos matorrales, rugiendo con voz poderosa. Los matorrales se sacuden y un par de hienas salen corriendo asustadas, aullando de forma graciosa. En Mistaide aun late el instinto y no está dispuesto a compartir. Así mismo las aves le huyen, tan solo un momento, cuando el león vuelve a donde su presa, sentandose a distancia prudente de Aleiah.

-Malditas alimañas. No hay nada que me irrite más que un oportunista. ¿Que les enseñan cuando son cachorros? La comida se gana con esfuerzo, no hay honor de otro modo.-Declara con voz firme, volviendo a acostarse en la hierba, vigilante.